Las Culebras

Reserva Nacional

Ancares Leoneses

León

36.357 ha

1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 Media 4.36 de 5 (50 Votos)

DONDE SE ENCUENTRA

La Reserva Regional de Caza de Los Ancares Leoneses se halla situada en el extremo noroccidental de la provincia, lindando con las CC.AA. del Principado de Asturias y de Galicia. La mayor parte de su territorio está formada por las cabeceras de los ríos Cea, Ancares, Burbia y Tejeira, que vierten sus aguas al río Sil, además del arroyo Balouta que cede sus aguas al río Navia.

Las posibilidades cinegéticas de la Reserva son muchas, destacando como especie principal la caza a rececho de rebecos. Como especie también emblemática y en expansión destaca la cabra montés, de la cual se están abatiendo trofeos importantes desde su reintroducción. El resto de recechos se distribuyen entre corzo y ciervo, es sus variantes de tipo de trofeo. El imprevisible jabalí y el lobo -visitante habitual de estos parajes- son también piezas muy codiciadas por los cazadores más avezados.

 

LA CAZA

Las posibilidades cinegéticas de la Reserva son muchas, destacando como especie principal la caza a rececho de rebecos. Como especie también emblemática y en expansión destaca la cabra montés, de la cual se están abatiendo trofeos importantes desde su reintroducción.

El resto de recechos se distribuyen entre corzo y ciervo, es sus variantes de tipo de trofeo. El imprevisible jabalí y el lobo -visitante habitual de estos parajes- son también piezas muy codiciadas por los cazadores más avezados.

Todos los años la Delegación aprueba un Plan con los cupos de las diferentes especies cinegéticas y reparte los permisos a los diferentes propietarios de los terrenos. Los que corresponden a la propia administración se sortean entre cazadores que participen en dichos sorteos y los del resto de propietarios, ayuntamientos y propietarios privados los disfrutan, venden o subastan en función de su cupo.

Si quiere participar en los Sorteos:

Icono Whatsapp

Si quiere adquirir un Permiso de Propietarios:

Icono Whatsapp

 

EL PAISAJE

Es un entorno agreste, formado por altas cumbres de interminables laderas que confluyen en estrechos valles, donde se asientan los escasos terrenos fértiles que tiene el territorio. Allí se cultivan pequeñas huertas y en su mayor parte, pastos para la cabaña ganadera. Lejos de estas zonas, la dureza del terreno sólo permite el desarrollo de algunas tierras sembradas de cereal, centeno normalmente, que proporciona a los pobladores de estas tierras alimento para el ganado, harina para la fabricación del pan y paja para cubrir el tejado de sus casas.

En las proximidades de los pueblos llama la atención la existencia de bosques de castaños, cuya edad alcanza varios cientos de años a juzgar por el porte de algunos de sus ejemplares. La recolección de castañas y la utilización de su madera para la construcción, leña o la fabricación de útiles son el motivo de este cultivo tan peculiar.

La Reserva de los Ancares tiene cotas de gran importancia y renombre: Cuiña (1987 mts.), Miravalles (1969 mts.), Teso Mular (1884 mts.), Tres Obispos (1792 mts), que marcan la divisoria con las vecinas provincias de Lugo y Asturias. Las laderas se encuentran recubiertas en su mayor parte por extensas manchas de matorral. Este paisaje es el resultado de una costumbre, y por desgracia muy arraigada en la zona, de quemar sistemáticamente las laderas para obtener zonas de pasto. Ello ha terminado con la mayoría de los extensos bosques que poblaron este territorio en otros tiempos. Todavía persisten buenos ejemplares de robledales y acebales, que nos sirven para hacernos una idea de cómo debía ser la comarca de los Ancares en otros tiempos.

Rompiendo la monotonía de los brezales, se encuentran unas curiosas construcciones de piedra, de forma circular normalmente, denominadas cortinos. En su interior se guardan las colmenas, otro de los recursos tradicionales de la comarca. El cometido de estas construcciones era proteger las colmenas de las aficiones apícolas de una de las especies más emblemáticas de la cordillera, el oso pardo.

 

FLORA Y FAUNA

El paisaje de la Reserva da una primera impresión de monotonía, idea que desaparece a medida que nos vamos adentrando en la comarca. Nos encontraremos desde ambientes típicamente mediterráneos, con encinas y madroños, hasta las típicas zonas atlánticas con roble albar, acebos y tejos. Pero la vegetación que más define a estos parajes son los robledales, aferrados a las partes más umbrías no por requerimientos de la propia especie sino por ser las zonas donde han resistido a la cultura ancestral del fuego, y las extensiones de matorrales: brezales, aulagares y piornales, la mayoría de ellas como resultado de los incendios.

En las riberas de los ríos se asientan algunas choperas, acompañadas por alisos, sauces, abedules y saúcos que intentan hacerse un sitio entre el cauce del río y las praderas. Sus aguas frías y limpias, son el hábitat idóneo para las truchas comunes, desmanes y alguna nutria.

Los castaños forman parte de la vegetación de la comarca. Ocupan un lugar preferente para algunas de las especies que pueblan estas tierras como jabalíes, arrendajos, pitos, herrerillos y en otros tiempos cuando era más abundante, el oso. Todos ellos agradecen a los antiguos pobladores la idea de plantar castaños.

Además de estas especies que de una forma temporal o habitualmente habitan en los bosques de castaños, la fauna de los Ancares nos muestra otras especies de gran interés. Entre ellos destaca por mérito propio el corzo. Muy abundante tanto en bosques como en praderíos, este pequeño cérvido nos acompañará en cualquier rincón de la Reserva.

Las perdices, rubias y pardas, y las liebres, nos darán algún que otro sobresalto, con sus rápidas arrancadas por las zonas de matorral. Durante todo el recorrido, estaremos acompañados por la agradable compañía de las currucas, escribanos, acentores, tarabillas... Los bosques también están poblados por una gran variedad de pajarillos; carboneros, pinzones, mitos, zorzales, agateadores, pitos, trepadores... Comparten los bosques con el mítico y escaso urogallo cantábrico y con otras especies como la garduña, la marta o el gato montés.

 

LOS PUEBLOS

La Reserva incluye en su territorio a 25 poblaciones agrupadas en cinco ayuntamientos: Balboa, Candín, Peranzanes, Vega de Espinareda y Villafranca del Bierzo.

En los pueblos se respira un aire tranquilo y sosegado, como ocurre en la mayoría de los medios rurales de la provincia, pero el atractivo de los pueblos de la comarca de Los Ancares es algo especial. Casas construidas con sólidos muros de piedra, tejados de pizarra, balconadas de madera, escaleras de piedra, calles estrechas y pequeños huertos, todo ello combinado con las tradicionales pallozas y los hórreos.

La palloza es un tipo de vivienda, de origen celta, muy característico de la parte occidental de la cordillera. Están construidas con muros de piedra y el tejado recubierto de paja, escobas, brezos e incluso losas de pizarras dependiendo del material que tuviesen a su disposición. En ellas convivían personas, ganado y todo lo necesario para soportar los crudos inviernos.

El modo de vida de sus gentes está basado en la ganadería, la producción de castañas y de miel, y unos mínimos rendimientos agrícolas. Estas son las escasas posibilidades que les ha permitido vivir en un medio tan austero pero sin llegar a obtener unos niveles de producción que saliesen del autoabastecimiento. Ello ha traído como consecuencia un acusado fenómeno de inmigración que aun perdura.

Se han conservado bastante bien las tradiciones y costumbres de la zona con un sentimiento de recuperar esa cultura que dota a Los Ancares de una identidad propia. Se pueden encontrar algunos artesanos, la producción de miel del brezo se vislumbra como un posible recurso, los tradicionales magostos, festejos ligados a la recolección de las castañas se están recuperando y los pastores aún siguen subiendo con el ganado a los poblados de veranos de Campo Agua, As Valiñas, As Algueiras...

 

ADEMÁS DE CAZAR

Además de la actividad cinegética se puede practicar casi todos los deportes de montaña desde los más clásicos a los más modernos como la escalada de cascadas de hielo, pasando por la bicicleta de montaña o el esquí de travesía. Fuera de las cumbres y sus aledaños, muchos de los pueblos de sus inmediaciones ofrecen la posibilidad de pasar unos días de tranquilidad con una buena oferta de instalaciones para alojarse. Además existe la posibilidad de realizar diferentes rutas a caballo en toda época del año. Para los aficionados a la pesca también pueden encontrar un complemento o alternativa a la actividad cinegética, pudiendo pelear con las escurridizas truchas comunes.

Fuente: Delegación de Medio Ambiente de Castilla y León

 


AnuncioiModuloTiendadelMontero4AnuncioiModuloTiendadelMontero5